miércoles

Cuando cruce la puerta escuche cómo él le contaba que no podía con todo; enumeraba sus actividades; tenía un cronograma en la cabeza.  Decía que, entre sus pares considerados "capaces", solo la minoría de ese grupo ponía empeño para que surja un cambio ahí adentro. Un empeño lo ponía él.
Y lo miraba. ¡Cuántas veces habrá renegado creyendo que perdió el tiempo intentando generar una unión para luchar!
El tipo no ignoraba que las situaciones lo superaban. Sin embargo seguía adelante hasta donde podía.
Para su dictador, se mostrará como buen ciudadano en su pequeño (pero "seguro") mundo. Pero, ojo, fiel en sus ideas, con un ideal de transformar. Sabe como manejarse.
Será una palabra de contención, cuando los ojos de sus compañeros griten "¡quiero salir!".
Y lo miraba.¡Cuantas veces, ante algún dicho inoportuno, habrá mostrado respeto y civilización en su carita aplicada y obediente, mientras se enfurecía por dentro!
Y escuchaba todo lo que hasta ahora el tipo supo construir, escuchaba sobre las trabas que le ponían, escuchaba sobre sus ideales: sobre la educación, sobre la familia, sobre lo que él llama "camino equivocado". 

Las palabras, mientras escuchaba, eran "sentirse identificado". Desde dos lugares se une el mismo cansancio y la misma paciencia, se une el poco compromiso de varios otros y las mismas insistencias de gritar para no caer en el descompromiso. Se unen las falencias del sistema, (porque todos somos parte de un mismo sistema), entonces también se unen las ganas de trasformarlo. Se unen almas que no querían ceder ante las injusticias. Almas que reaccionan porque son bien conscientes que nos le dará el cuerpo para abarcar y mejorar todo. Estén  donde estén. Arriba, abajo.Volando bajito. Volando alto. Adentro y afuera. Pero no dejaran de mirarlas con ganas de transformar, arriesgando una y mil veces. Molestando porque no quieren, porque no les gusta, cerrar el culo.  Molestando porque quieren más que un "no" porque están cansados de que traten como una basura por elegir "la faca"o por elegir estudiar. (Porque para aquellos que te tratan como una basurita,  vas a seguir siendo una basurita elijas lo que elijas: porque molestas! porque vas a ir desequilibrando las estructuras malvadas que ellos tejerán en las mentes de los receptores de (des)informaciones. Y es así: o te rebelas, o te consumis)
Trabajo arduo hacen.
Adentro y afuera. 
¿Que tan distintos son los caminos que han elegido, (pensar que en reiteradas ocasiones esos caminos se han marcado como una diferencia entre ellos), si hoy se encuentran, se enlazan en esto que he contado?
¿Si se cruzan, estamos en presencia de la ausencia de un camino único al que llamamos destino?
¿Hay sensaciones de caminos buenos o caminos malos, pero son solo verdaderas las decisiones o actos que desbordan nuestras mentes, que nos hacen chocar contra los muros una y otra vez, o que nos hacen encontrar nuevas puertas por cruzar y avanzar? 
Si existe un destino, ¿es en forma de un laberinto? ¿La entrada es lo que llamamos vida y la salida es lo que llamamos muerte? ¿Algunos van por algunos lugares, otros van por otros, a medida que se van encontrando o cruzando con otros que van por el mismo? Entonces ¿Algunos van tomando decisiones parecidas y otros van tomando decisiones distintas? ¿Las decisiones serán claves para encontrarnos en ese laberinto que es vivir en este mundo?
Todavia no lo se. Pero si se todo lo que escuche
.

La estoy descubriendo. Le estoy dando otra vuelta de tuerca.




La fragilidad de estar adentro, la sentís cuando te das cuenta que pasaste una, que pasaste dos, tres, cuatro, que son cinco, seis, siete puertas para entrar. Son las puertas por cruzar. Suena paradójico el desarrollo de la vida, suena a un espiral.

No podes ver un puto paisaje sin algo que moleste tu campo visual. A ver si entendes, es como que delante de tus ojos, todo el tiempo tenes algo que te recuerda donde estás. No podes mirar ni para el cielo, porque el cielo no es cielo: es un pedazo de celeste con lineas verticales adornado con alambre de púa que brillan con el buen Sol que nos da la luz. Pero el Sol se vuelve un hijo de puta cuando en la sombra refleja más lineas verticales.

Mientras se piensa y se observa,  de fondo se escucha "Qué lindo día ¿no? ¿cómo estuvo su fin de semana?" Y ahí es cuando hablo de fragilidad (y  ¿podés creer? el piso es similar al de la Facultad).

Es una fragilidad rara. Con privilegios. Porque en unas horas nos vamos. De una jaula a otra.
Nos vamos a seguir maquinándonos,  viajando en el bondi, apurados, cruzando calles en rojo, puteandonos, amándonos, chocándonos con otra gente mambeada. Sí. Pero en el caminito de la transformación, moviendonos para romper el hielo de la naturalización. Y por eso vamos de una jaula a otra (las que estamos tratando de romper).

Sentimos que el tiempo no alcanza. Escuchando que el tiempo no para, que no nos permite parar (¿sirve parar?). ¡Ay! pero si nunca alcanza el tiempo. Podrían decirme que no hay minutos suficientes para dedicárselos a nuestro amor, a nuestra familia, a nuestros amigos, a esa cátedra de mierda que no podemos aprobar o al laburo que nos esclaviza (pero que somos mas fuerte y no nos aliena, rindiendole homenaje a Kafka en su 130 aniversario).  Pero contestaré que siempre quedaran cosas estancadas. Siempre quedarán cosas para manifestar (hasta lo más reprimido se manifiesta).

¿Sigo demostrandote que el tiempo no para?

Siempre tengo tiempo para saber: hoy estoy descubriendo un mundo que me pintaron ajeno.

Recuerdo cuando el flaco Spinetta cantaba que las almas repudian todo encierro. Cada vez me convence más. Las flores se caen, las horas bajan, y, además, adentro quieren Sol, quieren menos de esos días que se sientan a morir.
Lo único que nos separa, es ese privilegio y esas siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos o tan sólo una puerta por cruzar.