martes


Elegir el "ya nada es lo de antes", es tan relativo como a calificar que "viviste en una mentira". Presta atención: caminaste por donde vos quisiste, donde tus pies te llevaron a recorrer pero, más importante, por donde tus ojos guiaron el camino. ¿Cuándo dejas de ver? ¿Cómo empezaste a enceguecer? ¿Cuántos pasos en falso tuviste que dar para lograr abrir los ojos, darte cuenta que se puso raro el cielo, y aprendiste a mirar? Bien ya entraste en el juego, y aceptaste sus intenciones, su esquema y sus reglas; lo único en el próximo turno, será comenzar el baile. Me pregunto si te amoldarás a su forma para lograr hacerle el gol a los 44 del ST. Me pregunto si en tal caso, podrás considerarte un fiel y gran ganador; a fin de cuentas, el que dio todo fuiste vos. Y entonces hemos de poder concluir, que acá resulta que el inocente será tonto en el mundo de quilombitos del aquel idiota que juega, hostil y pillo, con la mirada del placer, y cual péndulo hipnótico, seduce el deseo de estar acompañado con la fresca y efímera presencia. Pero si aprende a abrir los ojos, podrá mirar que hay decenas de mundos para ir a visitar, porque el cielo es tan grande como su capacidad de amar. Darse la oportunidad de verse bien, de reactivar y mirar para buscar colores en la oscuridad, coloreándola, es otra puerta por cruzar.